domingo, 21 de diciembre de 2014

Juan Velarde Fuertes: “La crisis se debe a una ‘recesión de balance’ por enriquecimento y endeudamiento irresponsables”

Juan Velarde Fuertes en su casa                                     Ernesto Agudo / ABC

El economista, catedrático emérito y ensayista Juan Velarde Fuertes, premio Príncipe de Asturias y autor de una extensa obra, ha sido nombrado presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, sucediendo a Marcelino Oreja, quien ocupaba el cargo desde 2010.  Hoy, en medio de una enorme crisis, la institución se enfrenta a importantes desafíos que Velarde Fuertes nos explica durante esta entrevista.

–La crisis que atravesamos, ¿es meramente coyuntural, o estamos ante un cambio de paradigma cultural, social, político y económico tan determinante como lo fue la aparición de la imprenta en el siglo XVI, pues la era digital está cambiando no sólo la forma en que se produce, conserva y transmiten el conocimiento y las ciencias, sino también el estudio, las costumbres, el entretenimiento y todas las relaciones entre las personas, así como la forma de trabajar y comerciar los países?

–Bueno, me parece un poco aventurado expresarlo en esos términos. El rápido crecimiento genera –como ya contó en Madrid John M. Keynes (1883-1946), allá por 1930– que la gente abandone ciertos valores morales y sociales como consecuencia de su rápido enriquecimiento, al que la siguiente generación ve como cosa fácil. Y entonces vienen los problemas del endeudamiento y la corrupción, incluso el descenso de la natalidad y otras desviaciones. Ante ello, esta Academia tiene un doble papel. En primer lugar, tomar nota de lo que ocurre en la economía.  En segundo lugar, tiene que vincular esto a la ética, como ha venido sosteniendo la profesora y académica Adela Cortina en sus escritos.        

–Las políticas actuales ¿están amenazando la Economía Social de Mercado y el Estado del Bienestar, que son marcas fundacionales de la Unión Europea?

–Sería lamentable. Hagamos un poco de Historia. Tras la II Guerra Mundial, lo que acabó imponiéndose fueron medidas sencillas basadas en planteamientos keynesianos. Luego vino la crítica de Milton Friedman (1912-2006) que empujó a tomar soluciones diferentes. ¿Quiénes acertaron? Aquellos que siguieron una corriente nacida durante el nacional-socialismo y opuesta a él: la Escuela de Friburgo (Alfred Müller-Amack, Wilhelm Röpke, Walter Eucken, Leonard Miksch y otros) que planteaba que el mercado debe tener libertad de actuación, aunque con excepciones y regulaciones. A saber:

1.- Cuando afecta a la dignidad humana (por ejemplo, hay que erradicar la explotación laboral infantil).

2.- Ciertos bienes son de interés colectivo (por ejemplo, nadie puede construir un rascacielos en la Plaza de Oriente).

3.- Sostenimiento del precio de algunos sectores (por ejemplo: la agricultura, pues una gran cosecha puede empobrecer a los agricultores al desplomarse los precios del mercado, y la agricultura no puede desaparecer), según lo que los economistas hoy llamamos la Ley de King.

4.- La compra,  producción y venta de armamento (por razones de Defensa Nacional).

Y 5.- Los sectores que pueden alterar al conjunto de la economía (por ejemplo, la actividad inmobiliaria).

Todo ello está en la base de lo que se ha venido en llamar Economía Social de Mercado, y que está en los fundamentos de la Unión Europea. Y nos recuerda a la Doctrina Social de la Iglesia, como ha señalado con todas las palabras Jenns Weidmann, presidente del Bundesbank, al recibir hace unos días el premio Wolfram-Engels.

–Si no es una nueva era, como la traída por Gutenberg y la imprenta, ¿qué explica esta crisis tan gigantesca?

–Creo que más bien responde a una recesión de balance, concepto del economista japonés Richard Koo, quien dijo que la consecuencia del rápido enriquecimiento de Japón había sido un gran endeudamiento. Como todo va muy bien, los particulares piden créditos alegremente. Y los estados, por su parte, también aumentan el déficit público de manera frívola o irresponsable. Y a la postre eso ha traído el estancamiento de su economía. Tal es el caso de nuestra burbuja inmobiliaria, que ha venido acompañada de enorme corrupción y otros males. Pero llega un momento en que hay que pagar esas deudas.

–Entre otras, las del Estado Autonómico. ¿Por qué hemos llegado hasta aquí?

–Ya Cánovas del Castillo (1828-1897) planteó en el Parlamento de la Restauración, durante el reinado de Alfonso XII, que “el bolsillo va a ganar a la Cruz (de los carlistas) y voy a concederles condiciones económicas especiales (fueros) a las provincias vascas y Navarra”. Luego, Ramón de la Sota (1857-1936) –que fue quien cambió y modernizó el PNV– consideró que la industria, las finanzas, etc., tenían que ser la base para conseguir ventajas especialísimas.
Cataluña empezó a plantear lo mismo en la Reinaxença, y recreó un victimismo a partir de la derrota austracista de 1714, olvidando que el aspirante a ser Carlos III era hijo de la infantita retratada en Las Meninas, esto es: que estaba muy vinculado a toda España. Y que el ganador, Felipe V, enseguida contribuyó al desarrollo económico catalán, como ha estudiado en profundidad Carmen Sanz Ayán, premio Nacional de Historia de este año. Pero aquel desarrollo a los catalanistas les pareció insuficiente y empezaron a decir: “España nos quita.
 Y todo ese victimismo, que es una falsedad histórica, hoy se ha aceptado porque la base cultural es muy baja a causa del control autonómico de la enseñanza que manipula la Historia. Acto seguido, al calor del “Café para todos”, el resto de las Autonomías (Galicia, Andalucía… incluso mi querida y natal Asturias) empezaron a pensar que ellas también podían sentirse históricamente agraviadas y exigir más y más al poder central.

–Parece que es necesario acometer una reforma de la Constitución del 78…  ¿Cómo sería posible reconocer los rasgos diferenciales de las llamadas “Autonomías históricas” sin crear agravios comparativos con el resto? 

–La redacción y el desarrollo de la Constitución del 78 han creado un enorme caos financiero y económico. Se ha dividido el mercado interno español. Cuando avanzamos hacia la unificación fiscal europea, algo absolutamente necesario, aquí tenemos diecisiete situaciones distintas, más Ceuta y Melilla. Esto es necesario arreglarlo en algún momento. El gran desafío no es cambiar la base del régimen tributario general, sino adecuar o armonizar esas diferencias, como sostiene el catedrático de Hacienda Leopoldo Gonzalo y González.

–La aparición de fenómenos como el 15M y Podemos parece haber pillado con el pie cambiado a la clase política… Por encima de que este neopopulismo sea comprensible dada la crisis económica y el paro, ¿no están reclamando los ciudadanos, que hoy están híper-conectados y súper-informados, fórmulas de participación política acordes con las posibilidades de las nuevas tecnologías?

–Niego la mayor. Los ciudadanos no están enterados de nada ni saben lo que está ocurriendo (algo que se debe al lamentable modelo de enseñanza). Nos encontramos ante una situación típica de esta sociedad de masas, como ya nos explicó José Ortega y Gasset. En este contexto, la gente se deja seducir por propuestas demagógicas. Por eso, no sólo la Academia, sino también los medios de comunicación, los intelectuales y los universitarios deberíamos estar contando y debatiendo lo que ocurre de verdad para ponerlo en conocimiento de la gente. Cuando Keynes termina su Teoría general del empleo, el interés y el dinero dice que las ideas acaban modificando las cosas con mucha más fuerza que los intereses.

–¿Alberga este neopopulismo el germen de los viejos totalitarismos?

–En efecto, porque sus fórmulas están basadas en el “efecto rebaño”, para el cual, el mayor pecado es ser diferente. Todos tenemos que pensar, decir y hacer lo mismo. Y aún más. Es corruptor. Así justificaba Narcís Serra, ex vicepresidente y ex ministro socialista, el desastre de Caixa Catalunya, de la que luego fue presidente, y de otras Cajas de Ahorros: “Sólo hacíamos lo que hacían los demás”. El “efecto rebaño” alimenta los populismos y como no admite la diferencia, si alguien se sale del rebaño es malo. Y conduce a situaciones totalitarias. Y puede volver a pasar lo que ocurría en la Unión Soviética; por ejemplo: el destino del gran economista Nicolái Kondrátiev, que estudió los ciclos largos de la actividad económica (“Ondas de Kondrátiev”) y que contradecía el pensamiento marxista y a Stalin. Acabó en Siberia. Y eso que fue uno de los creadores de la Nueva Política Económica de Lenin.

Nota:
Una versión más breve de esta entrevista se publica hoy en el diario ABC


miércoles, 11 de junio de 2014

San Jerónimo no es problema para Felipe VI

Austeridad no está reñida con solemnidad y publicidad. 

Problema: El Palacio del Congreso de los Diputados es un recinto insuficiente para la proclamación de Felipe VI.

Solución: Las Cortes Generales se habilitan allí donde éstas se plantan. No el edificio, ellas son la voluntad general. Si el escenario de la Carrera de San Jerónimo resulta insuficiente, nada impide constitucionalmente que las Cortes Generales (Congreso y Senado) se convoquen allí donde ellas decidan plantarse, incluso al aire libre (así lo hace Roma con sus Papas), para recibir al Poder Ejecutivo, al Poder Judicial, a las Autonomías y al Ejército e invitar a la Real Proclamación no sólo a delegaciones internacionales y cuerpo diplomático, sino también a empresarios, iglesias y líderes religiosos, sindicatos, universitarios, artistas, intelectuales, profesionales de toda índole y deportistas. Y además, junio es el mes más dulce.

(Recuérdese que el 10 de mayo de 1936 las Cortes de la República no se reunieron en el Congreso, sino en el Palacio de Cristal del Retiro para elegir a Manuel Azaña como presidente constitucional, simplemente, porque la sede natural no podía albergar a los electores, que eran más de 800 entre diputados y compromisarios).     

martes, 10 de junio de 2014

¿Misa Te Deum? Al futuro Felipe VI le bastan las Cortes, el Gobierno, la Judicatura, el Ejército y su Pueblo




Nadie debe rasgarse las vestiduras porque no haya una Misa Te Deum laudamus después de la solemne proclamación y jura en Cortes del Rey Felipe VI. En primer lugar, porque constitucionalmente es Rey de España pero no Su Católica Majestad. En segundo lugar, ni hoy España es la misma que en 1975 ni las circunstancias son comparables.

En 1975, aún vigentes las Leyes Fundamentales del Estado franquista, nuestro reino no sólo era oficialmente católico sino que, además, la inmensa mayoría de los españoles era –como no podía ser de otra forma tras cuarenta años de nacional-catolicismo– practicante. En cualquier caso, hay que recordar que aquel Te Deum, celebrado en Los Jerónimos cinco días después de la proclamación de Don Juan Carlos, fue el marco del aún tímido apoyo internacional al monarca pero, también, del irrestricto apoyo de la Iglesia a la normalización democrática, gesto con el que el cardenal Vicente Enrique y Tarancón (*) coronaba una pastoral años atrás muy polémica, en la que los obispos pedían perdón a los españoles por la nada evangélica parcialidad de la Iglesia cruzadista durante la Guerra Civil y la Dictadura del general Franco. (Es lástima que la Iglesia de Karol Wojtyla renegara del Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de los cardenales Ángel Suquía y Antonio María Rouco nos devolviera a las catacumbas, o mejor dicho: a la caverna de monseñor Guerra Campos.)

Hoy ya no es así: la Constitución de 1978 consagra a España como un Estado acofensional, no laico; y por ello, pone en valor y apoya la aportación de la Iglesia Católica Romana como confesión mayoritaria, pero también la de cualesquiera otras religiones que profesen los ciudadanos. Tampoco la práctica del catolicismo  –por mucho que seamos culturalmente católicos– es mayoritaria. Más bien somos  –quienes lo son– católicos ceremoniales: bautizos, comuniones, bodas y funerales.

En estos últimos veinte años se ha producido un fenómeno que nadie hubiera predicho en 1975: hoy los ateos y los agnósticos convivimos con los católicos romanos y los ortodoxos (rumanos, búlgaros, ucranianos, rusos), protestantes (muchos iberoamericanos), con los musulmanes (magrebíes y de otras procedencias), con budistas y taoístas (chinos), con judíos (por desgracia, muy pocos) y hasta con animistas africanos y santeros caribeños gracias a las grandes migraciones. Muchos de ellos ya son españoles y poco importan las proporciones.

Aunque a lo largo del reinado de Juan Carlos I se han celebrado grandes actos de Estado acompañados de la liturgia católica, sobre todo bodas reales y funerales, más bien eran un anacronismo a la vez lógico y sentimental. Y en algunos casos, cuando los homenajeados practicaban distintos credos, debieron ser multiconfesionales, y no lo fueron. Nadie debe rasgarse las vestiduras porque un Estado acofensional, a la hora de rendir último tributo a sus héroes, respete sus creencias. Así lo hace la primera democracia de Occidente, la norteamericana, nacida de una revolución que separó a la Iglesia del Estado para defender a las pequeñas confesiones de la mayoritaria. Por algo pone en sus billetes: “In God we trust”.

Quizá Don Juan Carlos no sea muy practicante, aunque siempre haya asumido la Tradición, por ejemplo, en la catedral de Santiago de Compostela y su ofrenda al Apóstol patrono de la vieja España (ya no más Matamoros), cuando alguna vez la hizo; pero Doña Sofía sí lo es. Quizá Doña Letizia se parezca al Rey, pero recuérdese que Don Felipe se santiguó, como su augusta madre, al rendir homenaje en las Cortes al Duque de Suárez. Visita (y solo visita) en sede parlamentaria, no acto de Estado en la catedral o el hemiciclo, aquellos eran gestos íntimos, más bien privados. Que el futuro rey sea católico no implica que sea Su Católica Majestad. Aviso para navegantes.

De haberse producido la sucesión del Trono por ley natural, es decir, por fallecimiento del monarca reinante, España le habría despedido –como así seguramente se hará cuando llegue el día– con un gran funeral de Estado según el rito católico. Y eso hubiera aconsejado –sólo aconsejado– recibir al nuevo rey con una Misa Te Deum. Pero no ha sido así. Hoy, al rey constitucional-parlamentario no le hace falta: le bastan las Cortes y el Gobierno, la Judicatura, el Ejército y, por encima de todos: su Pueblo. Ya no es Rey por la gracia de Dios.

Añádase que sí, por supuesto, dada la enorme crisis, la austeridad sea un ejercicio necesario desde la primera de las instituciones del Estado. Otra cosa será que los ciudadanos se desborden para mostrarle a los jóvenes reyes su simpatía –y estén seguros de que lo harán el 19 de junio– en las calles de Madrid, y eso obligue, sin más,  a algún dispendio ceremonial: desfile militar lucido, saludo público en coche descubierto y recepción en el Palacio Real.  ­

           Y es que los españoles tampoco estamos hoy para muchos bailes (excepto los del Mundial, si gana La Roja).


* Nota:
Aquella misa, celebrada el 27 noviembre de 1975, no fue exactamente un Te Deum, aunque popularmente se la recuerde así, sino la Santa Misa votiva del Espíritu Santo para la Coronación como Rey de España de SM  Juan Carlos I. Aquí puede consultarse la Homilia de Tarancón. 







     

domingo, 9 de marzo de 2014

Joseph Pérez: "Cisneros superó a Richelieu"



El cardenal Cisneros quizá no ha tenido entre nosotros el reconocimiento que merece. Para el historiador Joseph Pérez, quien acaba de publicar Cisneros, el cardenal de España (Taurus), “los españoles del siglo XVI y XVII consideraban que el estadista por antonomasia era Fernando el Católico, y, según dicen, Felipe II lo admiraba tanto que, cuando pasaba ante su retrato, se descubría y decía: 'A éste se lo debemos todo'. Sin embargo, los franceses sitúan a Cisneros no ya por encima de Don Fernando, sino del cardenal Richelieu. Yo veo a Cisneros como el gran estadista de la época. ¿Qué quisieron hacer Richelieu, Luis XIV y después los jacobinos? Situar al Estado por encima de los partidos nobiliarios, abatir la soberbia de los grandes, gobernar para el bien común. Y esto lo hace Cisneros entre los siglos XV y XVI, manteniendo el orden y la justicia en el Reino, sin considerar, como hacían los Austria, el Trono como un patrimonio personal dinástico. Es paradójico que el historiador e hispanista Pierre Vilar, cuando era estalinista, llegara a decir que el cardenal era un verdadero… ¡progresista!”.


El historiador Joseph Pérez durante la entrevista         Ernesto Agudo (ABC)

Cisneros llega a la política muy mayor, pasados los cincuenta años, después de una gran “conversión”.

Este sacerdote ducho en Leyes, que antes había dado muestras de habilidad para enriquecerse y aprovecharse, hubiera podido tenerlo todo en el obispado de Sigüenza, donde obtenía grandes beneficios… pero, de la noche a la mañana, renuncia al mundo y se convierte en franciscano y no conventual, sino de observancia. Luego no tiene más remedio que entrar en política, a pesar suyo, cuando le nombran arzobispo de Toledo tras la muerte del cardenal Mendoza. Y lo hace con un sentido muy fuerte de lo que debe ser un político. Por encima de todo: la res publica.

Y además, muy competente en otros terrenos, como la economía y la fiscalidad.

Introduce los encabezamientos, que era una cantidad determinada que se pactaba con los municipios. Era una forma más equitativa de fiscalidad que otros impuestos de la época y evitaba los abusos de los recaudadores. Luchó contra la corrupción y se preocupaba por el abastecimiento y por el campo. Así, recomienda al alcalaíno Gabriel Alonso de Herrera que escriba su Libro de Agricultura que es de la labrança y criança, y de muchas otras particularidades y provechos del campo, obra que primero se publicó con otro título en Alcalá (1512) y un año después en Valladolid; era un tratado escrito para ayudar a los campesinos y que se va a difundir hasta el siglo XIX. De agricultura, no sólo de la Mesta y el pastoreo, como fomentaron los Reyes Católicos, pues hasta Cisneros sólo importaba la exportación de la lana a Flandes a muy bajo precio, donde se manufacturaba y luego había que comprarles los tejidos, ahora, ya muy caros. Él dice: “¡Ojo con esto!”. Cisneros hace lo contrario del liberalismo, funda el intervencionismo del Estado para el bien de la Nación.

"Cisneros desembarcando en Orán", Juan de Borgoña
También aconseja a Fernando el Católico que cree un ejército regular.

En efecto, le recomienda que forme un cuerpo de ejército reducido pero potente al solo servicio del Rey. Eso fue lo que se llamó la Gente de Ordenanza. Y era un buen guerrero. Ahí está la expedición de Orán.

Incluso Madrid puede deberle la capitalidad de España.

-Primero aconseja al Rey Católico que no se quede en Castilla la Vieja, que es tierra de nobles y señoríos y que se vaya a Toledo. Y sí, por esa razón, además tenía el presentimiento de que la capital del Reino debía de ser Madrid, cosa que luego hará Felipe II.

En cuanto a la parte religiosa, su relevancia no es menor que como estadista.

Biblia Políglota Complutense

Él es el heredero espiritual de Ramón Llull y de Savoranola, aunque no es un escritor, como el primero, ni un predicador, como el segundo. Para ellos, los estudios de las lenguas clásicas eran una propedéutica para profundizar en el conocimiento de la Biblia. Todo esto lo hace Cisneros en Alcalá, universidad que funda para educar al clero y en la que realizará uno de sus más queridos proyectos: la Biblia Políglota Complutense, edición crítica de la Biblia de los 70 (griego) y de la Vulgata (latín) a la luz del caldeo, el hebreo y el arameo, aunque siempre sea respetuosa con el canon que ellas representan: la 'versión oficial' de la Iglesia Católica Romana. No era un humanista, aunque protege a Nebrija. Llull quiso fundar en Mallorca una biblioteca y una escuela;  Savoranola transformó la biblioteca de los Médici en un centro de estudios en el Monasterio de San Marco de Florencia, allá por 1495. Todo esto lo hace Cisneros en Alcalá. Cuando renuncia a todo en 1492, rechaza todos los estudios mundanos y el Derecho (de hecho, el no quería que en Alcalá se enseñaran ni Leyes ni Medicina). Él abraza la espiritualidad, lo que se va a llamar la “contemplación”, que tiene aspectos ortodoxos: el recogimiento, la mística; y otros, sospechosos: las beatas, los dejados, los alumbrados, etc.

Otro rasgo de gran modernidad: tampoco era un fanático.

Cisneros inquisidor general nunca hubiera firmado el decreto de 1525 contra los alumbrados y hubiera sido benévolo con los seguidores de Erasmo. Y recomienda los libros espirituales y de visionarios para uso vulgar del pueblo, libros que luego el inquisidor Valdés pondrá en el Índice, en tiempos de Felipe II. De hecho, tras su muerte, ser complutense era indicio de erasmista cuando no de luterano, porque así lo fueron algunos de sus amigos y colaboradores. De haber vivido diez años más, muchas cosas hubieran sido distintas en España. Quizá no habría habido Comunidades ni levantamiento comunero. Juan Bravo lo admiraba. Y es que los políticos incompetentes y corruptos que él echó se fueron a la Corte de Flandes y volvieron con Don Carlos. Tal vez se hubieran producido disturbios, pero el cardenal habría reaccionado con su peculiar modo de hacer las cosas, con mucha firmeza pero con persuasión. El joven Rey, por su parte, no habría tenido que recurrir al cardenal Adriano de Utrecht, futuro papa Adriano VI y un extranjero, como gobernador de España cuando viajó a coronarse emperador,  porque ya tenía un estadista experimentado y muy competente en España: Cisneros. 

Hay quien dice que ciertos problemas territoriales pueden llevarnos a la España del siglo XV.

Hombre no, aquella era una España muy distinta, que estaba desgarrada y en guerra civil, aunque tenía grandes posibilidades económicas. Hoy ¿qué tenemos? El problema catalán, o el vasco, que hay que tratar con mucho cuidado. Yo creo que los catalanes se están exaltando mucho. Los nacionalismos de finales del siglo XIX y principios del XX en el Imperio Austro-húngaro se sentían discriminados y tenían motivos legítimos para ello. Yo no entiendo por qué Cataluña puede sentirse hoy discriminada. Nunca ha tenido tanta autonomía como ahora. En cuanto a la cuestión fiscal, el jacobino que hay en mí dice que el que paga es el contribuyente y no los territorios. 

Apunte biográfico

"Estos son mis poderes"                                  Víctor Manzano y Mejorada

Algunos misterios rodean la vida y la muerte del cardenal de España. No se sabe cuándo nació Gonzalo Ximénez de Cisneros. Pudo ser allá por 1436 en Torrelaguna. Tampoco se sabe cuándo se ordenó sacerdote, pero sí la fecha en que abrazó la observancia franciscana y cambió su nombre por Francisco: 1484. Isabel la Católica lo toma como confesor en 1492. Tres años más tarde, el papa lo nombra  arzobispo de Toledo; y en 1507, inquisidor general de Castilla, concediéndole el capelo cardenalicio. Funda la Universidad de Alcalá, impulsa la Biblia Políglota y pudo haber sucedido al papa Julio II. Como guerrero, toma para España el puerto de Orán.  A la muerte de Doña Isabel, asume la regencia de Castilla entre 1506 y 1507. Cuando fallece Don Fernando, vuelve a asumirla entre 1516 y 1517, estando el futuro emperador Don Carlos, a quien nunca conocerá, en Flandes. Nunca se sabrá la causa de su muerte en 1517. 

viernes, 21 de febrero de 2014

HUMO - Mariposas

Mariposas (Calpe, playa de Levante)                     THD, 2006


                                  Único
                                              cada cual
                                                                 en multitud

                                  –pesquemos mariposas en las rocas


miércoles, 19 de febrero de 2014

HUMO - Festín

Promesas  (Lonja de Calpe)                                                                  THD, 2006


                           Puedo vivir sin ti pues ya en la edad
                           la espera habrá de ser feroz
                                                                           abrazo
                           Bocado más que beso
                                                                   yo
                                                                           caníbal
                           aguardo ese festín para después

                           –y son promesas
                                                            la gaviota hambrienta
                           estas redes
                                                 tan suyas o tan mías


lunes, 10 de febrero de 2014

HUMO - Humo

Humo I                                                                     THD, 2006



                         Nunca has estado aquí aunque formes parte
                         de esto o del más allá
                                                             No renunciaste
                         al silencio
                                           Avergüénzate bien alto
                         de lo que a media voz dijiste
                                                                       Solo
                         grita o calla para siempre
                                                                  aunque
                         ya dé igual:
                                            eres humo y nada más




Humo IV                                                                         THD, 2006