PRÓLOGO

ALGUNOS de los poemas que aparecerán en este blog fueron publicados en revistas literarias (Vuelta, Revista de Occidente, Letras libres) y en suplementos   (Culturas, de Diario 16, al mando de José-Miguel Ullán; el del diario mexicano Novedades, capitaneado por José de la Colina; y en los culturales de ABC, en tiempos de Luis María Anson y Blanca Berasátegui, y de José Antonio Zarzalejos y Fernando R. Lafuente).
      Una buena parte fue recogida en Agua herida (colección “Las ínsulas extrañas”, Editorial Vuelta / Ediciones Heliópolis, México, 1994), volumen que asimismo reunía varios cuentos: “La casa quemada”, “En el desván”, “El jardín del alemán” y la colección de relatos familiares Memorias de sobremesa. Todos los poemas han sido corregidos, en mayor o en menor medida, y alguno incluso fue reescrito totalmente, sin pudor. Las dedicatorias se han trasladado al índice, aunque permanecen las de los amigos que ya se fueron. Por último, la pesadilla Qui se castronno maravigliosamente il puti! y los poemarios Geologías y Luz sonámbula en su conjunto son inéditos. Poco a poco y a saltos los iré publicando aquí, junto con otros textos y temas, vídeos y fotografías. 


      Mi primera intención fue titular aquel libro Demonios del mediodía,  pero Octavio Paz insistió tanto en señalar que induciría a error —“lo confundirán con el Démon de Midi, como llamaban sus enemigos a Felipe II”, argumentaba, sin querer relacionarlo con un tema que le era afín: la melancolía— que lo cambié, no sin alguna reticencia. Imagino que el segundo título que le propuse: Agua herida, aún le gustaría menos por su impronta mística, pero Paz lo aceptó, eso sí, algo a regañadientes, quizá pensando que de pedir un tercero aún estaría más lejos de la poesía moderna, tal y como él la concebía. “No crea que usted es un antiguo del siglo XIX —me dijo alguna vez en la biblioteca de su departamento del Paseo de la Reforma— sino de mucho más atrás. Vea, ya lo retrataron en el siglo I para darle sepultura en Fayum”, concluyó, mientras me enseñaba láminas de sus sarcófagos, y me comparaba con los retratos de sus moradores, tan escuetos, a la vez naturalistas y expresionistas, vivamente iluminados, todos muertos de mirada penetrante, la última estirpe alejandrina del Egipto romano.  Confieso que sigo encantado con esos parecidos.
El coeditor, Aurelio Major, estuvo a cargo de la excelente edición y entablamos una cómplice amistad que aún persiste.  Cuando el libro apareció,  Víctor García de la Concha se hizo eco y le dedicó una generosa reseña en ABC Literario… Él persiguió los hilos que llevan a La lámpara maravillosa
  T. H. D




Demonios del mediodía 
Maxime circa horam sextam monachum inquietans. Denique nonulli senum hunc esse pronuntiant meridianum daemonem, qui in psalmo nonagesimo nuncupatur. Joannis Cassianis, De institutis coenobiorum, citado por Giorgio Agamben en Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura occidental, traducido por Tomás Segovia, Pretextos, Valencia, 2001. Un avance de este libro fue publicado, al aparecer en Italia, por la Revista de la Universidad de México (Julieta Campos, Danubio Torres Fierro) en 1984.